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Aqu1 no ten1ari. ninguna importancia. ·cuando por la ~ostumbre \"alguno de . ellds iri±ciaba una conversáci<Sn. oS,a decir: Bueri6"i' "dej'l!nioslo para otro dia.'·.' · ., ·-. :' . ' ~ ' ' .- - .. . ( ·.¡- · . ,_! ' Como que las cosas buenas deben · tratarse con respeto. El trabajo de cada dia, la complicación,han tomado caracteres demasiado importantes, una seriedad que nunca les ha corres– pondido por derecho propio. El hombre ha perdido el sentido de los valores. Por eso cuando los .goza lo desea hacer plena– mente, sin dar lugar, el más pequeño lugar, a la cotidiana vulgaridad de una vida estructurada. No más automóviles, no más televisión, no más amores fugaces, no más la compli– cada y huera maquinaria de la econom1a, no más la sofisticada praxis de una convivencia calculada. iDios y qu~ belleza, qué delicado y tosco el vuelo de una arisca y fiel mariposa azul! iQué sabrosas las sopas a la madrugada sobre un plato lavado en agua corriente y limpia! iQué cansancio tan purificador! iQu~ sueño tan alegre y qué despertar tan libre sin techo! iQué vocación tan olvidada la del peregrino! iGracias, oh, muchas gracias! Cae la lluvia sobre los viajeros desde hace tres horas. Angel cumple hoy cuarenta y un años. Con ello, la edad media de los viajeros sufre una sabita alteración. Los treinta y siete de Juan Santos han estado compensando los otros cuaren– ta y seis de Manuel. Con los cuarenta y uno de Miguel Angel la balanza estaba equilibrada. Este dia, dia feliz, Angel la ha inclinado hacia la madurez. - 89 -

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