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Manuel y Angel, hombres tesoneros, vuelven a amarrar las trampas para Bagre. Angel por su parte se trae para el desayuno cuatro Pirafias de una quebrada cercana. Y todo está hecho. Bueno, otro buen día. Los viajeros sienten la cercanía del gran río, su lumino– sidad radiante, el viejo y amable aire familiar de sus playa~ de sus grandes islas cubiertas de Pindos y Llunchis , ahora en flor. La alegria del final cumplido se mezcla con la ruptura de una permanencia indefinida en el corazón de la selva. Hañana, un mes después, muchos años después, lo recordarán como un impulso de hombría, de espíritu joven. Lo habían oído antes : - ¿se van solos? Y saben que lo van a oír después : - ¿ustedes se han ido solos? Cuatro hombres en una canoa son mucho hombre. Es curioso constatar cómo los humanos giran y se vuelven a lo simple, en un proceso irrevE!rsib1e hacia la búsqueda de la paz. El hombre nace desnudo, se viste poco a p:>co, se complica la existencia, y un buen día rompe con todo y se vuelve al más silvestre olvido y al silencio más profundo. El hombre de la selva rec~en se está vistiendo, caminando hacia el estrépito, ¿No es verdad que el resto de la humanidad ya ha comenzádo a desvestirse y a huir de las grandes ciudades a las montañas? Por eso e'sta mañana tiene un aire distinto. Los viajeros hablan poco. Durante todos los días han hablado muy poco y de nada serio. De esas cosas que se dicen "Hablar en serio". - 88 -

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