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huellas profundas en el barro, no se ve nada. Dentro del bosque hay un gran manchal de Yarinas y alrededor todo el suelo se ve hozado por una manada de Puercos Salvajes. Las huellas a lo más son de dos días antes. Juan Santos aprovecha para cortar unas cuantas hojas de las palmeras enanas, y con ellas cUbre la Capihuara muerta que ya comienza a hincharse. En lá ca'liDa chicha que viene a continuación, los viajeros disparan ,a una Capihuara esquiva y dejan pasar, indiferentes, monos :y guacamayos. A esta hora el sol es terrible. Los monos pelados y sa lados se secan sobre el plástico rojo de la canoa. Se van quedando blancos y amojamados. De vez en cuando Juan Santos volviéndose en su asiento les da la vuelta. ü,s· vÍajeríéis sienten prisa por destazar la Capihuara y ponerla a secar al humo de la brasa . Es un hermoso día, la leña debe estar seca cerca de las playas .A la primera ocasión arriman a una pequeña en.senada,detrás de la cual hay un yutso y arena. Los yutsos están siendo durante todo el viaje las má's confortables y gratui,tas posadas, cobijando bajo sus ramas las sombras más fl;'ésca s. Miguel Angel y Juan Santos extienden un plástico azul sobre la arena cerca del agua y acomodan la Capihuara encima ; mientras; Angel y tlanuel cortan horquillas y ·palos para armar una mantaca o pequeño emparrillado donde colocar-la .carne y que se ahume con el fuego que irá debajo . La Capihuara está gordísima. Debajo de la piel tiene una capa blanca de ' grasa , de dedo y medio de espesor. La carne parece blanda.A los indígenas la monstruosa cabeza del roedor les da repugnancia, y de la carne dicen que hiede. Muchos no la comen. - 79 -

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