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Juan Santos y Miguel Angel pelan el mono, y mientras lo hacen, Angel y Manuel alistan sus anzuelos para atvapar Pirañas. Son anzuelos corrientes, no muy grandes, con la particularidad de llevar añadido un palmo de alambre de ace~ El nailon las Pirañas lo parten ' de una seca dentellada. Juan Santos abre las entraÍ'ias· del mono y las arroja al agua. En seguida Manüel y AngeLlanzan sus anzuelos cebados con parte del corazón del mono. Las Piraftas se vuelven locas con la sangre y los desperdicios . Angel y Hanuel las van atrapando en "febril competertcia. Manuel tiene una arrancada feliz, luego es Angel quien se adelanta en un infrenable toma y daca . Veinte Pirañas boquean panza arriba sobre la mesa de la canoa una hora después. · La olla' hierve ya, soltando espuma oscura. Juan Santos no ha puesto sal a la carne para que se ablande antes ; pero no está muy seguro. Miguel Angel, aguant¿í.ndose el hambre, indaga: - ¿Quedará blanda? - No lo· se - responde Juan Santos. - Por si acaso déjale que hierva bastante tiempo. - Eso haré, pero no te garantizo nada. En este tiempo los monos est·án fibrosos . El tiempo de comerlos es de abril a julio . El viento trae hasta la quebrada el ruido bronco de un motor potente que suena en algún · lugar, pordonde queda el río Napo . - Wís? - Si-'" - respohde Manuel.. - Es un ·motor. Se oye perfectamen- te . Luego lo confrontaré en el mapa. - 71 -

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