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un laberinto, una trampa para incautos. Al· regresar han obrado con prudencia . Cada quien se toma su desayuno cuando le parece: Paté con galletas, café o café con leche. Como han decidido descansar., arreglan un poco el campa– mento, li~pian las escopetas y se tumban a leer: la lectura más reposada ·y tonta del mundo. Dejan el libro, lo retoman, . estiran las piernas, se levantan, bajan al río a meter los pies en el agua y siguen leyendo. A media mañana se toman un agua de yerbabuena para aligerar los riñones.. El río comienza,· a decrecer visiblemente. A media tarde se oye tronar por la parte oeste, se nubla el cielo y caen algunas gotas de lluvia . Mientras tanto, Juan Santos prepara la merienda que va a ser cena al .mismo tiempo : una ensalada de yuyo tierno . - Miguel Angel no quiere privarse de él, tan blanco, tan suave y económico - , crema de espárragos, quínoa y plátanos madurOs fritos en tiras. Este ha sido un día resumido. Los viajeros piensan qüe no podrían expresarlo en más. Un buen día para estar, para penetrarse . En la noche no ocurre absolutamente nada . Los viajeros se echan río abajo muy temprano, después de tomarse un café a la carrera. Quieren aprovechar las primeras horas, cuando los animales salen a la orilla para comer, Y'. matar alguna pava . Huy pronto ven una manada de Sucallis, · monos de tamaño regular y cola gruesa. Los monos se trepan por las ramas con lentitud, algo sorprendidos, pero sin recelo. - 69 -

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