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- A los del Napo los tengo acostumbrados. De éstos no se nada - se excusa. Esta noche no caerá nada en las trampas. Hay demasiada corriente en el lugar y muchos troncos. Los sedales se quedan cortos y flotan. El río, que está crecido, cubre la arena, pero apenas baje, y lo está haciendo rápidamente, dejará la playa descubierta y los anzuelos fuera del agua. Los viajeros parece que no tienen mucho que contarse. Se miran perfectamente bien. Antes de dormir, Juan Santos calienta un agua de toronjil, que todos beben despacio. No es ninguna bebida especial , quita la sed y ayuda a relajar los nervios . Poco después se acuestan y se duermen. · Hoy también está la niebla llenando el río . Desde la carpa se la ve flotar y perderse entre la maJ eza, reptando. A través de la luz las hojas de los helechos machos parecen alas prontas a alzar el vuelo . Durante la noche las arañas han tejido una red inmensa sobre la copa de un árbol. Con la humedad, parece una gran bola de algodón reventado. Los viajeros piensan que no merece la pena achicharrarse en un día como éste y se quedan cómodamente .séntados. Juan Santos escribe unas notas. Todos hablan tan poco, que no sabe lo que podrá escribir más tarde. El río, contra lo que esperaban, ha seguido creciendo . Los anzuelos están intactos, con los plátanos flotando . Higuel Angel y Hanuel cargan l as escopetas, salen por el camino de los cazadore s y regresan muy pronto , sin nada . Dicen que la selva está de spejada y que .s e ven muchos árboles cortados . Al fondo hay algo que puede . ser un camino; pero ellos no se han decidido a seguirlo . · Todo les parece igual, - 68 -

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