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tan . La mascota azul, otra bellísima mariposa azu:l, revolotea. pqr encima del agua. Los viaj er c3 · l~ ' ven 'con simpatía·. · Angel y .Miguel Angel cantan uiia viej a . cand6n montañ,esaQ.e despedida. Desde el rio, el campamento tiene un no s ( qu~ de . seguridad , de casa que s e deja para· sienipre , Los cuatro pere~ grinos se quedan mirán<.lolo en silencio mientras la canoa dobla en la curva. Son las siete y media de la mañana . El cielo, azul, siempre en~1elto en celajes de humedad. Hace calor. Encima de los viajeros hay una media luna cortada por su parte inferio~ como una gran flor de pantano. El río guarda silencio. Suenan los remos descolgados contra la luz como frutas de oro viejo . Vuela un Martín Pescador de ojos nerviosos. Juan Santos, que ya no tiene su gorra de visera, se ata una toalla en la cabeza a modo de turbante para librarse del sol que está cayendo de frente . En el río; las quebradas se suceden una tras otra en cada recodo, siempre pintorescas y · cubiertas de hojas, unas de aguas negras y otras amarillentas como el mismo Río del Tiempo. Las orillas siguen siendo verticales, de greda sudada. Desde la popa Angel dispara su r ifle que suena como un restallido de látigo. - ¿Qué ha sido? - Un caimán. Lo vi un momento. El río tiene un trazado de desmadre. En cuatro curvas otea los cuatro puntos cardinales y los viajeros pierden el senti– do de la orientación . Es un rio caprichoso, de llanura que campa a su antojo, rompe y rasga con su suave mano de señora fina ; - 41 -
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