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colchoneta ·de goma, se alza de medio cuerpo y sopla con desilusión. Juan Santos da media vuelta ; tiene los riñones molidos y siente frío en el est6mago : se ha quedado síri darse cuenta dormido sobre el saco de dormir. Lo abre, ·se mete 'den- ., ,~o y se duerme de nuevo, notando contra la espalda la hostilidad del suelo. Al amanecer Juan ·Santos ya está despierto. Siente la: cabe– za cargada; un ligero dolor se le ha clavado en la nuca. Angel bosteza y baja al río por t ercera vez a revisar los an– .' zuelos . Definitivamente .no ha caído nada en ellos . Miguel Angel y Hanuel recogen sus camas y las ordenan en sendas bolsas de plástico . El dí a s e presenta limpio y calu– roso. El aire huele a lodo , agua y yerbas . Frente al campamen– :to:, al ·otro lado del rio, dos grandes Pauj iles comen tranqui– lamente las semillas de un ceibo . Los dos Guacamayos rojos regresan a pavonearse ( ! ), avizorando desde su bicheadero. , Del interior de la selva llegan los gritos de una bandada de loras que se ·disputan un lugar en cualquier árbol cargado ¡ie semillas. Manuel decide que la tentaci6n es superior a sus fuerzas; toma la escopeta y se va sigilosamente oculto entre las palmas yarinas. Un rato después suena un disparo hueco, sin maldad . Callan las loras y regresa Manuel cariacontecido. - Le he dado · a una - dice - pero se ha quedado muerta en el árbol . Angel y Juan Santos piensan . que ha sido una suerte. La carne de lora es tan dura como la del gavilán . La canoa · ya está preparada bajo la supervisión del Inge niero, bien balanceada y cada cosa en su sitio. Manuel y Juañ Santos recogen sus armas, las depositan en la proa y se sien- - 40 -
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