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Los cuatro hombres se levantan a las cinco de la mafiana. Sobre Coca hay un manto de nubes y llueve a ratos al moverse el viento que sube del río . En la mesa del comedor hay,un café caliente en un termo rojo, y algunos panecil,l9s con.: queso fresco. Los viajeros se toman el desayuno deliberadamente despacio, dejando que la prisa muera en la sangre. > • ' Fuera ya está preparada la camioneta, con los bultos ordenados un poco a la buena . . Bien amarrados. De Coca al puente sobre el río Tiputini hay cuarenta y cinco kilóme– tros y una carretera de terraceria abierta por las Compañías Petroleras como vía de penetración hasta los pozos. Es una carretera tortuosa, de piso flojo, bastante bien mantenida. El mecánico de la Misióri, bajito y sonriente,se presta a lle– var a los viajeros hasta el puente. Al hombre se le ve contento y algo sorprendido. - ¿pero ustedes van solos? - Claro. - Eso es muy arriesgado ; Nunca se sabe lo que puede pasar. Deberían llevar algún indígena . Los cuatro hombres se limitan a encogerse de hombros. Todo eso ya se lo han pensado desde hace mucho tiempo . En seguida suben al auto y se acomodan como pueqen.El sitio es reducido. En el pueblo se ven algunas person~s que recién se levan– tan y van para el río. El río Napo ·h¡:¡_ .crecido esa noche casi un metro y tráe el agua suda ·con palp'$ · y malezas. Sin las playas se ve un río ancho, -igual, s~ le ve fuerte, un hermoso 20 -
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