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esto ocurría, forcejeaban con su eterna cara de pasmo hasta quedar panza al sol sobre la arena. Las pirafias caían con más facilidad. Había que sacarlas de golpe, porque nunca tragaban el anzuelo y en seguida cortaban el nailon con sus potentes mand1bulas. Las pirafias tenían una carne excelente. El hombre se dijo que la palometa era sin duda mucho mejor, de carne blanca y delicada. El Río de Piedra parecía un buen río para las palometas. El sol se había corrido ya de los troncos, y las mariposas comenzaban a levantar sus alas. La gran mariposa azul estaba pegada al su.elo con sus dos alas extendidas . .El hombre perci– bi6 nuevamente el olor a pescado,olor a tortuga. Las tortugas se habían retirado los últimos afios a los ríos ocultos de las cabeceras. Eran muy fuertes,y ahora estaban llenas de huevos. Los depositaban de noche en la arena de las playas y si . el río no crecía, el sol los iba incubando durante un mes apro– ximadamente. En invierno las tortugas se quedaban en las ori– llas o subidas a los troncos tomando el sol. Siempre andaban rodeadas de una corte de mariposas amarillas y blancas. Si alguien se acercaba a ellas, las tortugas se zambullían rápi– damente. Entre el higuer6n y la palizada varios árboles pequeños crecían, emergiendo del lecho del río en forma de columnas. Nunca llegaban a engrosar . Muchos de ellos nacían en el vera– no, sobre las playas, y cuando llegaba el invierno ya eran grandes y sobresalían del centro de la corriente cimbreándos~ En seis meses crecían mucho . Algunas palmeras quedaban demasiado su tronco clavado como una lanza en la altura dejaban caer cabelleras de - 8 - cerca del río. Tenían tierra, y desde media raíces hasta el agua.
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