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UN LARGO VIAJE China a través de los ojos de los Capuchinos responso ante la tumba de Petrus Wang, primer ca– puchino de la Diócesis de Pingliang que murió en 2003. Por un camino de tierra llegamos al cemen– terio que está a las afueras de la ciudad al pie de un monte. La aridez del terreno, las lápidas negras, los cantos y sonidos que emiten en el rezo tan distin– tos a los nuestros, nos recuerdan que, aunque re– cemos al mismo Dios, estamos en otro mundo. De– jamos el cementerio y emprendemos viaje para Sanshilipu (Mateo nos dice que este nombre signi– fica "a quince kilómetros de" la ciudad de King– yanng). Nos detenemos en la ciudad de Xifeng para comer. Siguiendo la indicación franciscana de comer de todo lo que nos pongan delante, tuvimos la ocasión de probar de los 11 platos que sacaron a la mesa. Dejamos Xifeng y nos dirigimos hacia Sanshilipú por un paisaje llano, como la palma de la mano. Tierra de campos de trigo y extensiones de manzanos. De vez en cuando, junto a la carre– tera se veían los carteles con los que el gobierno premiaba a los mejores agricultores. Pero hubo algo que nos sorprendió: pozos de petróleo. Sobre 66 las 19h llegamos a Sanshilipú. Entramos a la igle– sia y seguidamente nos dirigimos a la parte de atrás de la misma, al "camposanto", en el que des– cansan los restos de nuestros hermanos en medio de manzanos y tierras de labor. Las lápidas negras recuerdan que ahí descansan los hermanos Ful– gencio de Bargota (10-V-1930), Simón de Bilbao (20-III-1931), Conrado de Salinas (2-I-1936), Félix de Arbizu (24-V-1936), Berardo de Lorca (8-II-1938) y Alfonso de San Martín (6-XII-1941). Un grupo de 19 personas, hombres, mujeres y niños, rezamos un responso. La luz de las velas y de las linternas y los cantos dirigidos por el obispo Han y Xu, el párroco del lugar, nos acompañaron en ese home– naje y oración por los hermanos. Sanshilipú tiene un encanto especial. Es testimonio de la presencia capuchina de otros tiempos. El edificio se conserva tal como lo dejaron nuestros frailes. A la entrada continúa la estatua de San Miguel, traída por los hermanos Fernando de Dima y Julián de Yurre, bajo cuya protección se erigió esa presencia. Es símbolo del espíritu misionero que ha animado la vida de la Provincia de Navarra-Cantabria y Ara– gón a través de los relatos, crónica, cartas, tareas y muerte de aquellos hermanos. Es el lugar que re– cuerda, a través de unas lápidas renovadas, que hubo unos hombres que dejaron su tierra para anunciar el Evangelio. Sus vidas y recuerdo conti– núan vivos, pues hay otros que, también en China, quieren continuar su mismo estilo de vida. Domingo 18 - Emprendimos el viaje para Zhouzhi, el pueblo del postulante y traductor Li Guo Qin. Dejábamos ya esta tierra de Pingliang. Decidimos celebrar entonces mismo la eucaristía: los cantos y las lecturas del domingo en chino, lo demás en castellano. Amedida que avanza la cele-

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