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UN LARGO VIAJE China a través de los ojos de los Capuchinos El obispo Nicolás Han inmensos campos de trigo. Conforme nos vamos acercando a Xi'an la niebla cada vez se hace más espesa. Hay momentos en los que no se ve nada. A las 16,20h pisamos tierra en Xi'an. Salimos por los andenes de la estación en medio de una avalancha humana. A la salida nos esperaba John, el tío de Li Guo Qin, que sería nuestro chofer durante nuestra 65 estancia en China. En un primer momento fuimos muchos kilómetros por una buena autopista, hasta que llegamos a una zona de obras carente de todo tipo de señalización. Así, a las 3,30h de la madru– gada, en plena noche llegamos a Pingliang muer– tos de cansancio y de frío. Sábado 17 - La actual Pingliang en nada se parece a la que conocieron nuestros misioneros. Tal vez la muralla, ahora en restauración, es lo que queda de otros tiempos, pues al recorrer sus calles da la sen– sación de ser una ciudad nueva, bien planificada, con calles muy anchas y bien trazadas. A las 7,30h, después de una noche muy corta, dejamos el hotel para ir a visitar al Sr. Obispo, nuestro hermano Ni– colás Han. Al llegar a la catedral saludamos en pri– mer lugar a Paulo, el párroco de la misma y a Lucía, superiora de la monjas Oblatas del Espíritu Santo y de la Sagrada Familia. De ahí pasamos a ver la catedral. Es una iglesia nueva, amplia, si– tuada en los bajos de un edificio de cinco plantas. Al entrar Mateo entona en inglés, "te adoramos Señor Jesucristo aquí y en todas las iglesias... ". Esta aclamación formará parte del rito de entrada en todas y cada una de las iglesias que visitamos. En– cima de la ca tedral hay distintos locales parro– quiales, "servicios diocesanos" y la vivienda del obispo. Con el obispo y los sacerdotes presentes, dialogamos sobre distintos aspectos de la Diócesis de Pingliang, en la que hay 14 curas. La ciudad crece y se renueva económica y físicamente. Nos dicen que el número de cristianos en la ciudad de Pingliang ha descendido. Actualmente hay unos doscientos y ya de edad avanzada, aunque en las zonas rurales se mantiene e incluso en algunos Ju– gares va aumentando. A med ia mañana nos diri– gimos al cementerio de Pingliang para rezar un
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