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UN LARGO VIAJE China n través de los ojos de los Capuchinos Funeral del P. Alfonso de San Martín Pero quizás sea mejor que cualquier otra cosa transcribir algunos pasajes de las cartas de los mi– sioneros, porque pueden iluminar el estilo de vida y el espíritu con el que afrontaban esta ardua aven– tura. De Pingliang, 1 de marzo de 1934 "¿Qué dirías si me vieras con una pipa china tres pal– mos de larga, sentado a la luz de las estrellas con cuatro cristianos y paganos que me preguntan por mi madre, mis hermanos y también por ... mi mujer?... mi esta– ción misionera es uno de los departamentos del Purga– torio... y de los más próximos al infierno. Pensad lo que queráis, pero es cierto que si esto es el Purgatorio no se debe estar tan mal como dicen... Estoy feliz, tar1 feliz como puede estar cualquier otro hombre sobre la tierra, y másfeliz que vosotros, que no estáis solos entre los pa– ganos ni en un país desconocido. Estoy tan feliz que a veces me vienen ganas de llorar de alegría. Tengo momentos grises en los que el cansancio, el sueíio, las preocupaciones pesan sobre mi como una olade tris– teza, pero no es aquella tristeza que abate, sino aquella tristeza que se siente cuando, a pesar de lo que se tra– baje, no se puede llegar a decir: "Basta ya! A descan– sar". Generalmente tengo el corazón como un nido de ruiseíiores, y cuando nadie me escucha, atravesando los montes osolo en casa, me arranco con cantos que hacen resonar las paredes de mi habitación." De Pingliang, 29 de marzo de 1946 " . Hoy, 27 de abril, aniversario de mi primera misa y de mi bautismo, vuelvo del Norte. He visitado algunos catecúmenos a cuarenta kilómetros y entreveo la espe– ranza de una nueva cristiandad. Qué breves se hacen los aíios cuando se siente la inmensidad del trabajo que queda por hacer! Hace dieciséis que soy sacerdotey, aun– que estoy preparado para dejar la tierra arada en cual– quier momento, quisiera vivir mucho para cultivar to- davía "nuevas tierras"; ... la gente, al verme, me llama viejo, y debe tener razón... Comienzo a entrever el es- plendor de la luz eterna y siento dentro de mi el deseo que Dios tiene de salvarme... Si miro ami vida pasada descubro un cúmulo inmenso de misericordia... Si miro al fu turo, veo cada vez con más claridad las luces de la Casa del Sdior, y allí me dirijo roto, claudicante, en– fermo, pero el corazón lleno de una alegría superior a todo... " 45 El P. Andrés de Lizarza, poco tiempo después de su llegada a Pingliang en 1926.

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