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UN LARGO VIAJE China a través de los ojos de los Capuchinos LA LLEGADA LA NARRACIÓN DE UN MISIONERO Un viaje fantástico durante el que resuena la ima– ginación febril de los jóvenes misioneros. Llegados a Shanghai dejaron la vida monótona del largo viaje por mar y se prepararon para acometer las largas marchas hacia el interior de China, que no terminarán hasta pasados cuatro meses. La última etapa, realizada formando una inmensa caravana compuesta de 36 carros tirados cada uno por dos o tres mulos, era la parte más penosa del viaje, corno hacía notar el P. Andrés de Lizarza en su diario: "El viaje en carros resulta bastante incó– modo, porque la mayor parte apenas tenemos espacio para tumbarnos dentro de ellos y sin ni siquiera espacio para respirar o poder leer nuestro breviario, y esto sin contar los vaivenes del vehículo. Tampoco es agradable viajar sentados en el asiento delantero acausadelfrío in– tenso. Gracias al hechodequela mayor parte de los días los mulos no van muy veloces es posible seguirles con re– lativa comodidad a pie, de modo que podemos hacer grandes caminatas". A las incomodidades del viaje en caravana se aña– dían las privaciones que tenían que soportar, días enteros con un solo trozo de pan y una sensación constante de angustia provocada por las noticias de los bandidos que infestaban aquellas regiones y por las frecuentes reyertas entre las poblaciones del lugar, que luchaban en las regiones que tenían que atravesar. El viaje se desarrollaba haciendo lar– gas paradas y con variaciones inesperadas del re– corrido, que frecuentemente comportaban la elec- 37 ción de caminos desconocidos. La única "arma" que les colocaba al resguardo de todo tipo de mo– lestias eran los salvoconductos concedidos por los generales de las tropas. Este es el caso de la primera expedición conjunta entre capuchinos españoles y alemanes. Éstos, para alcanzar el Kansu, se vieron obligados a mo– dificar su itinerario conocido por otro mucho más inaccesible. La primera etapa fue de Shanghai a Hangkow, atravesando toda la provincia de Hanghwei. A continuación siguieron el curso flu– vial del río Hangkin, atravesando toda la provincia de Khupe hasta llegar a Han-Chung-Fu (Shen-Si), muy cerca ya de la frontera del Kansu. Para esta navegación fluvial contrataron cinco barcos con ca– binas de siete metros cuadrados que servían para todo (capilla, sala de estudio, comedor, ect.), y cuya puerta de entrada no medía más de 33 cm. Aqué– llas fueron jornadas de verdadero sacrificio porque los días en los que el viento no soplaba era necesa– rio ir deslizando las embarcaciones con sogas. La parte final fue la más difícil, porque tropezaron con más de cincuenta desniveles y zonas secas. Lle– gados a Chan-Qu, a pocos kilómetros de Hang– Chung-Fu, se formó una caravana numerosa com– puesta por setenta mulos. Después de innume– rables d ificultades a causa de la nieve y el hielo, fi– nalmente tocaron la tierra del Kansu.
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