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UN LARGO VIAJE China a través de los ojos de los Capuchinos amuchos hombres, ¡qué temerario y culpable que es! Y porque éste acusado ha vívido durante mucho tiempo en Kiang-si, en Hou-zonfu y en otros lugares, aquéllos que entraron aformar parte de su religión no deben ser pocos naturalmente; ahora él delata sólo al discípulo Van– chuen-zon y a otros cinco, y de los otros dice que no se puede acordar!..." Pasaron cinco meses desde que la relación sobre la causa del P. Juan fue enviada a la corte de Pekín; finalmente llegó la sentencia: "... Ordenamos que lun-ven-gi examine severamente y, después de que todo quede claro, estrangule aaquel reo con el lazo y lo mate y refiera el final de la causa: y que de los reos delatados por él mismo se tomen los nombres y se advierta a las otras provincias que los apresen y los castiguen riguro– samente de/mismo modo." Conocemos como sucedió el martirio: "Hizo el signo de la cruz, después, en presencia del pueblo, se inclinó profundamente con la frente hasta la tierra por cinco veces, según la costumbre de los católicos chinos. En aquellas cinco postraciones se significa el testimonio de su fe: cinco actos solemnes de agradecimiento a la Tri– nidad divina por la creación, la redención, la vocación a lafe, lagracia de los sacramentos y por las gracias par– ticulares recibidas. Al final alarga los brazos y dice a los verdugos -"cum– plid con vuestro deber"-. En unos instantes le sueltan las cadenas y quitándole de encima la vestidura roja lo acercan a la cruz. Le atan con cuerdas los brazos y las piernas a los dos travesaños, y después le atan otra cuerda alrededor del cuello. Era casi mediodía, y el ros– tro de la víctima, iluminado por el sol, miraba al cielo mientras los labios murmuraban/a última oración. A un gesto del abanico del mandarín que estaba sobre un caballo, los verdugos saltan detrás simultáneamente y la cuerda se tensa temblando por el esfuerzo. Los ojos 12 del mártir giran en sus órbitas y un estertor sordo parece desgarrarle el pecho... al disminuir el apretón, el éuerpo se desploma inerte sobre las rodillas, mientras de laboca semiabierta fluye un hilo de sangre." Después de un mes el cuerpo de fray Juan fue re– cuperado: primero fue transportado a Macao, y de allí a Roma, a la basílica de Santa María de Araco– eli, en el Capitolio. Fray Juan fue canonizado por Juan Pablo II el año 2000. La segunda mitad del siglo XIX se caracterizó por una mayor libertad religiosa, y como consecuencia por un mayor compromiso misionero. Los Frailes Menores, con el General de la Orden, P. Bernardino de Portogruaro, enviaron nuevos misioneros. La Santa Sede encargó por su parte a los diplomáti– cos vaticanos que estipularan una convención, que tutelara el futuro de los católicos, llegándose a un acuerdo sólo a finales del siglo XIX. En China encontramos presente la acción misio– nera del PIME (Instituto Pontificio para las Misio– nes Extranjeras). En el año 1841 también la Compañía de Jesús re– tomó con gran energía la misión en China, por lo que una nueva región les fue asignada a los Jesui– tas genoveses y piamonteses. Auguramos tiempos nuevos de diálogo entre la Santa Sede y las autoridades chinas que permitan derribar la muralla de desconfianza y de impedi– mentos a la libertad religiosa, para que las comu– nidades cristianas reemprendan una vida eclesial con nuevo empuje y compromiso evangelizadores. Fr. Vittorio Casalino Fr. José Ángel Echeverría

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