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UN LARGO VIAJE China a través de los ojos de los Capuchinos munidad singular de damas cristianas, e intentó convertir al emperador. Calumniado por un mu– sulmán, fue procesado y encarcelado (1644), y pos– teriormente rehabilitado con todos los honores. Fran~ois Pallu (1626-1684). Cofundador de la so– ciedad para las Misiones Extranjeras de París, fue vicario apostólico de Tonchino y administrador en China. Se estableció en Siam, pero la oposición portuguesa y la necesidad de visitar los territorios que se le habían confiado lo obligaron a dar la vuelta por medio mundo, sin poner los pies en Tonchino. Fundó el seminario para el clero local, muriendo en China. Francisco Horado de Pennabilli (1680-1745). Fue el misionero capuchino más ilustre en el Tíbet (1716-1745), guiando dos expediciones misioneras por el país. Propaganda Fide lo nombró prefecto de la misión de Lhasa. Trabajó hasta la extenuación en la predicación, en la redacción de diccionarios (italiano-tibetano e italiano-hindi), en la prepara– ción de obras etnográficas y en la traducción de li– bros bíblicos y de catequesis. San Juan Lantrua de Triora (Molini de Priora, IM, Italia, 1760- Changxa China 1816). Sacerdote de la Orden de los Frailes Menores y mártir. Hijo de una familia pudiente (Antonio María Lan– trua y María Pasquale Ferraironi), después de rea– lizar sus primeros estudios en Priora, frecuentó el colegio de los Barnabitas de Porto Mauricio, donde comenzó a sentir atracción por la vida religiosa. En 1777 lo acogió en Roma otro ligur de Ponente, Luis de Porto Mauricio, provincial de los franciscanos. En Roma tomó el hábito y cambió su nombre de bautismo (Francisco María) por el de Juan. A los estudios de filosofía y teología siguió, a los 24 años, 11 la ordenación sacerdotal. Ya sacerdote se le en– cargó el oficio de profesor. En 1799 deja Roma y llega a Lisboa, donde se embarca para China, arri– bando unos ocho meses después. En la época de fray Juan, la vida de las comunida– des cristianas en territorio chino era muy dura, por razones sobre todo políticas. El cristianismo era re– chazado no tanto en sí mismo, sino por su prove– niencia del detestado y temido occidente. Fray Juan trabajó en la gran región central llamada Hu– nan, dedicándose fundamentalmente a una labor de recuperación y animación de las cristiandades, dirigiéndose a individuos y grupos que habían acogido la fe cristiana y que se habían separado de ella por miedo o porque se les había dejado solos por razón de la aversión del poder gubernativo contra los misioneros. Fray Juan fue ayudado por generosos catequistas locales y por familias que continuaron siendo fir– memente cristianas. Así su esfuerzo por la evan– gelización obtuvo buenos resultados, reanimando comunidades cristianas en crisis y creando otras nuevas, debidos también a su capacidad para am– bientar la fe cristiana en la realidad local y a la con– fianza que se ganaba a su alrededor. Pero su actividad fue considerada subversiva, siendo en– carcelado el 26 de julio de 1815 con un grupo de cristianos chinos, que acabaron en la esclavitud y fueron deportados por negarse a abjurar de su fe cristiana pisando la cruz. Para él, extranjero, la acu– sación fue gravísima: El gobernador de la provin– cia escribía así al emperador: "... Volviendo a Lan– jeu-van (P Juan), éste bárbaro europeo, que ha osado entrar escondidoen el reino, recorrer las provincias, Lla– marse a sí mismo Sin-fu, hacer prosélitos, honrar la re– ligión, abrir un oratorio, predicar el evangelio, engañar
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