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piden con ansia la recepción de los sacramentos, especialmente la absolución de sus ·pecados; y, al oir sus confesiones, se nota .Ja sa– tisfacción intima de sus almas por manifestar sus faltas al confesor y recibir la absolución sacramentaL La casi .totalidad de .Jos indios de esta zona misional están sin hacer la primera comunión. Este año hemos conseguido que unos cien indígenas hayan hecho el cumplimiento pascual, casi todos por primera vez. Gran parte de ellos se confesaban en su propia lengua incaica, el quichua, que ya algunos misioneros comprendemos lo suficiente como para explicarles la doctrina cristiana y oír sus confesiones, con ayuda de catecismo y devocionarios, escrttos en este idioma" (2). Dos méritos me place destacar en los misioneros iniciado– res: primero, el 'haber roto con esa reminiscencia del criterio, muy común en los misioneros de la época colonial, de habituar a los indios a confesarse, pero sin admitirlos a la Eucaristía, por no sé qué concepto raro de la santidad del Sacramento; y el segun– do mérito es el haberse dado desde un principio con aihinco ge– lluinamente apostólico al aprendizaje de la lengua indígena, en grado de poder antes de un año confesar y catequizar en ella a los indios. No carecía de dificultades este ministerio de cultivo espm– tual del yumbo de la cuenca del Napo. Era ya un obstáculo •la ,·norme dispersión de las familias y la movilidad de éstas; se aña– día el hecho de que los domingos y días festivos, que podían ser aprovechados para estar en contacto con la gente, •los hombres abandonaban sus ranchos para ir de caza o para celebrar sus J"icstas entre parientes y amigos, fiestas que terminaban común– lnente en bailes y borracheras (3). Para tener una idea de lo que era la administración de sa– cramentos, pueden servir los datos estadísticos enviados a la curia general de la Orden: (2) B:>l. Of. 11 (1956) 218. (3) Relación del superior regular, Bol. Of. 14 (1959) 178. -95-
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