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6. CENTROS MISIONALES La denominación clásica en las estadísticas de Propaganda Fi– de es de estaciones primarias, con residencia de algún misionero, y estaciones secundarias, atendidas por medio de visitas periódi– cas. Tal fue el criterio de ocupación misionera que prevaleció en la primera etapa de la prefectura; por ejemplo, en 1962, había cin– co estaciones primarias y ocho secundarias, según la estadística enviada a Roma. Era corriente en aquellos años que en una esta– ción residiese un solo misionero. Andando el tiempo se vio que era mejor, por motivos de fraternidad y aun de eficacia pastoral, formar comunidades de religiosos en pocas residencias, prácti– camente las tres de Nuevo Rocafuerte, Pompeya y Coca, aun su– primiendo otras presencias menos importantes, pero sin desaten– der pastoralmente los pueblos dotados de capilla. Lo consentía, por otro parte, la mayor facilidad de las comunicaciones aun por carretera. Fuera de la residencia de Cubayeno, en el río Aguarico, que tuvo vida breve, todas las demás se hallaban, hasta 1972, en el eje fluvial del río Napo, donde radicaban los principales asentamien– tos de indios yumbos y los núcleos de población blanca o mesti– za. Pero al desarrollarse demográficamente la zona del petróleo y con el establecimiento de multitud de cooperativas a los dos la– dos de la carretera, construída en 1970/71, hubo que pensar en nuevos centros de actividad pastoral, que no serían sin embargo residencias habituales de misioneros capuchinos, sino que se con– fiarían a la responsabilidad inmediata de otro personal misionero. Veamos cada uno de los centros por orden cronológico de fun– dación (1). (1) Los datos están tomados. fundamentalmente, de una relación comple– ta del origen de cada residencia, hecha en 1975. Arch. Pref. Ap. 3-1. En el Archivo del Superior Regular se conservan las crónicas de va– rias de las ftmdaciones. -75-
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