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1979- P. Alejandro Lahaca P. José Miguel Goldáraz P. Antonio Balenciaga Vida rieligosa interna San Francisco, en la Regla no bulada, confía e1 éxito de la predicación del Evangelio entre los infieles, ante todo, al testi– monio de la vida cristiana de los misioneros. Es ley de todo apos– tolado, en la que ha insistido el Vaticano II. Se trata de ser sin– ceramente fraciscano en todas 'las virtualidades espirituales y apostólicas que encierra nuestro género de vida evangélica. Vea– mos de qué manera el grupo de capuchinos de Aguarico ha sido consciente de ese compromiso fundamental, en unas condiciones de vida y de trabajo que en nada se parecen a la de los conven– tos de que han salido. Una de esas condiciones externas exigió atención particular desde el primer momento: el clima. Afectaba en primer lugar a la manera de vestir. Nadie pensó en los primeros años en prescin– dir del hábito religioso, pero ya con fecha 8 de junio de 1954 el definitorio general autorizaba que éste fuera de color blanco, "en atención a las circunstancias de clima de la región" (2). Pronto se comprobó que una permanencia ininterrumpida en la selva, con la uniformidad de calor y de humedad de todo el año, podría ser fatal para un organismo de complexión europea. Una nueva adaptación, obtenida del ministro general con fecha 11 de octubre de 1955, decía así: "Se concede a los misioneros de Aguarico la facultad de pasar cada año dos meses de vacaciones en un convento de la custodia del Ecuador, en la forma que esti– pulen de común acuerdo el prefecto apostólico y el custodio" (3). El padre Francisco de Arizcun, ministro provincial, en el men– saje dejado al terminar su visita de 1967 se mostraba preocupado por el desgaste de la salud de los misioneros a causa de una en– trega excesiva tal vez, al trabajo. A ese motivo, unido a la nece- (2) Bol. Of. 9 (1954) 96. (3) Arcb. Sup. Reg. -49-
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