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el fin de encauzar el espíritu misiOnero de las jóvene¡¡ levas en un momento de euforia vocacional. No se descartaba que, andando el tiempo, le fuera confiada una parte ·del territorio. Aceptado el laudable deseo, fueron destinados de momento dos argentinos, los padres Agustín de Vega y Amoldo de Buenos Aires, que lle– garon a la misión a mediados de junio de 1960. Les fue asignada la nueva estación misional de Jivino, a la que ellos mismos dieron el nombre de "nuestra Señora del Rosario de Pompeya". En 1962 el padre Arndldo pasaba a Puerto Quinche como responsable de esta nueva residencia. Pero en 1964 este padre tuvo que ser tras– ladado a Quito por motivos de salud y el padre Agustín regresó con él a Argentina por decisión del comisario provincial, padre Alberto de Sampacho. El comisariato argentino, en efecto, no dis– ponía de personal suficiente para proseguir esa presencia en la selva ecuatoriana. Recuerdo a h-ay Mariano de Azqueta Entre los 36 misioneros que •han regado con sus sudores ,¡a naciente Iglesia de Aguarico hubo uno que dejó la vida en la demanda, el hermano fray Mariano de Azqueta, operario evan– gélico de talla excepcional. Obtuvo ser destinado a la misión en 1958, después de una esmerada preparación técnica. Había apren– dido el oficio de carpintero bajo el magisterio del inolvidable fray Bernardo de Ciriza y había montado y dirigido la moderna carpintería mecánica instalada en el convento de Pamplona Ex– tramuros, con miras a la Escuela Profesional de Hermanos. To– dos los misioneros consideraron su llegada como una gran adqui– sición. Muy pronto correría por su cuenta, no sólo la obra de carpin– tería, tan necesaria en una región donde la madera era el únic'o material de construcción, sino el cuidado de la maquinaria, con– ducción de tractores, instalaciones, encargo de peonaje, etc. A fray Mariano corresponde el mérito principal en la ejecución de los trabajos materiales de Nuevo Rocafuerte, Coca y Pompeya. Pero no era sólo un gran trabajador, hábil e incansable; se sentía misionero y lo era en grado sumo, como era un religioso feliz de su vocación, fervoroso y Heno de sentido fraterno. -46-

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