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Puede decirse que, en estos veinticinco años, las relaciones con el gobierno central han sido constantemente buenas, y hasta cordiales. Los prefectos apostólicos, por sí o por medio de su procurador en Quito, han podido dirigirse en todo momento sea al presidente de la República sea a los diversos ministerios y ne– ;;ociados en la seguridad de obtener buena acogida, aunque no siempre haya sido posible conseguir el objetivo con la celeridad y satisfacción deseada, como es normal. Especialmente desde los años de la procuración del fecundo padre Feliciano de Ansoáin, se hizo familiar en las oficinas de los ministerios de Quito la fi– gura del representante de la misión capuchina, presentando in– formes, proyectos y presupuestos, insistiendo oportuna e impor– tunamente. Los emisarios del gobierno, que de tarde en tarde han reco– rrido el territorio y han comprobado de cerca la labor llevada a cabo por los misioneros, no han escatimado elogios. Así el go– bernador de la provincia de Napo - Pastaza en su informe al mi– nistro de Gobierno y Oriente de fecha 27 de agosto de 1959, co– mo resultado de la visita realizada a Nuevo Rocafuerte y Francis– co de Orellana; el subsecretario de Relaciones Exteriores en 1961; el ministro de Fomento en 1963. Más difícil era mantener una armonía inalterable con las au– toridades inmediatas, civiles y militares, teniendo en cuenta, so– bre todo, que no faltaban intrigas de elementos para quienes re– sultaba incómoda la presencia de los misioneros y su acción indi– genista. Por ejemplo, en 1958 las autoridades militares del Bata– llón de Selva obsta·culizaron la construcción del aeropuerto en Nuevo Rocafuerte; hubo tirantez, pero la autorización del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas acabó con la oposición. Otro disgusto con la misma comandancia militar se produjo en 1967, al ser apresados dos empleados de la misión sorprendidos en terreno de la guarnición en gira sanitaria; todo se apaciguó con la intervención del jefe del mismo Estado Mayor General acep– tando las explicaciones dadas por el prefecto apostólico. En 1959 se desató una campaña de difamación, desde las co– lumnas de "El Comercio" de Quito, contra los "curas extranjeros" de Nuevo Rocafuerte. Eran los promotores algunos maestros del -23-

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