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la importancia de ese remanente de cultura primitiva desde el punto de vista antropológico y filológico. Por lo mismo el centro de Limoncocha, no obstante su ubicación en la zona quichua del Napo, pasa prácticamente desapercibido ante los habitantes, sin que sirva de obstáculo a la pastoral de la prefectura, fuera de la acción ejercida sobre algunas familias que trabajan a su servi– cio. Ni muestran interés alguno por la promoción social de los indígenas de la región, mientras se van constituyendo las comu– nas bajo el impulso de nuestros misioneros. Otra cosa es la presencia de los activistas protestantes ecua– torianos y, sobre todo, de los emisarios de las sectas, llegado con los colonos, en concreto testigos de Jehová y pentecostales. Se trata de pequeños equipos, formados por seis u ocho familias, con buen adiestramiento y no menos fanatismo. Con pretexto del comercio en pequeña escala se sitúan en los centros más po– blados y recorren la carretera y los ríos visitando las familias. En la cuaresma de 1978 hubo que organizar una campaña con el fin de alertar a los católicos contra esa propaganda insisten– te, qu<: tiene bien poco de ecuménica. La asamblea .de marzo de 1979 examinó el fenómeno, en especial en lo referente a la acción de las sectas entre los colonos de Sachas. En la misma asamblea hubo, por el contrario, un informe muy positivo sobre el elevado nivel de e·vangelización en que se hallan los secoyas y sionas del Aguarico, nivel que se debe en gran par– te a la labor realizada durante más de veinticinco años por el matrimonio Johnson, protestante. Conocen profundamente la Es– critura, disponen de líderes bien formados y eficientes. Habría que entablar con ellos, concluía el informante, una buena colabo– ración ecuménica (8). (8) Arch. Pref. Ap. 9·1; Bol. Of. 34 0979) 123-126,129. - 158-

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