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tantes sabemos que estos .propagandistas herejes tiene la intención de crear un gran centro lingüfstico ;para estudios étnicos y evangeli– zación de las diversas razas aborígenes del Ecuador. . . Cuenta con recursos abundantes. . . Nosotros, en estos momentos, estamos estudiando el modo de radicarnos en las cercanías de este centro protestante, construir in– ternados de niños y niñas, organizar un buen dispensario, e inutilizar de esta forma la obra destructura de los protestantes" (3). El 8 de enero de 1959 escribía el superior regular, padre San– tos de Egüés, al ministro provincial anunciándole la próxima fun– dación de Cuyabeno entre los indios cushmas, que sería seguida de otra entre los cushmas del Aguarico, cuando se contara con más personal. De no hacerlo así, decía, "esas dos tribus caerán irre– misiblemente en manos de los protestantes, ya instalados entre ellos". Y añadía: "Las consignas de Roma, que se nos transmi– ten a través de la nunciatura, son claras y terminantes: Instalarse en put!sios estratégk'Os para cdntmrrestar el avance protestante" (4). Si la fundación de Cuyabeno en 1959 tuvo como finalidad pri– mordial contener el avance protestante, la tuvo mucho más la de Pompeya en 1960. Se trataba de contraponer un centro de pre– sencia, de vitalidad católica y aun de labor indigenista al Insti– tuto Lingüístico de Limoncocha, situado a corta distancia. Así nació, en sus orígenes, esa residencia y el equipo CICAME, cuyos objetivos ya no son hoy de réplica competitiva. En aquellos años estaba muy justificada una vigilancia del misionero ante el plan insistente de los misioneros evangelistas de insinuarse en los nú– cleos de la población -quichua. Para entonces los "lingüistas" habían tomado la delantera, como ya se dijo, en otra iniciativa muy meritoria, la de la opera– ción aucas, gracias a los medios de que disponían, entre ellos el apoyo oficial debido al prestigio que les daba al presentarse oo– mo institución dependiente de la universidad de Okla:homa y el innegable respaildo político de Estados Unidos. La actitud de nues– tros misioneros fue de recelo, a veces justificado por la prepoten- (3) Bol. Of. 13 (1958) llOs. (4) Arch. Sup. Reg. -155-
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