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Ya en noviembre de 1967 la prefectura se interesó ante el De– partamento de Colonización del IERAC sobre la adjudicación de tierras baldías a los quichuas de asentamiento tradicional en las márgenes del Coca y del Napo. Al año siguiente se dieron pasos con– cretos en favor de la comunidad de San Pablo del Coca y otras ubicadas en el mismo río, pero sin resultado. En septiembre de 1970 la misión se dirigió al director general del IERAC pidiendo la creación de cinco agrupaciones o comunas, cuyas propiedades fueron reconocidas con escritura pública. Para valorar la importancia de este esfuerzo baste saber que, en 1968, sólo 101 familias, todas de blancos o mestizos, tenían tí– tulos de propiedad sobre sus tierras, en Coca, Florencia, Arme– nia y Rocafuerte; el resto, 517 familias indígenas, no contaban con ese amparo legal para la protección de sus derechos sobre las tierras utilizadas. El mismo concepto que el indio ha tenido de la chatta como recurso de subsistencia ha contribuido a dar a la propiedad un carácter nómada; cuando un terreno se hace payo (viejo, desgastado) , se lo abandona para hacer la plantación en otro lugar, a veces trasladando también la vivienda (9). Fue el hecho nuevo del cooperativismo de los colonos adve– nedizos lo que hizo ver la necesidad de poner en marcha las comu– nas de indios. Pero este nuevo rumbo requería una mentalización y una información adecuada comenzando por el personal misione– ro. A esto obedeció el curso de colonización y cooperativismo orga– nizado en 1971 con el apoyo del Instituto Nacional de Colonización. Duró un mes, y tomaron parte en él algunos misioneros y misio– neras juntamente con los demás alumnos. Como fruto inmediato de ese curso, dicho Instituto se comprometió a r ealizar la medi– ción y levantamiento planimétrico de las tierras de la misión y de las cuatro comunas indígenas. La misión intensificó las gestio– nes, iniciadas ya anteriormente, ante el mismo Instituto para que fueran en.tregados a los indígenas de la zona de la carretera los títulos de propiedad de las tierras trabajadas por ellos, y se les adjudicaran reservas gratuitamente, evitando así que los blancos o los colonos recién llegados se las quitaran, como ya había su– cedido en ocasiones (10). Efecto de la reiteración de esas gestio- (9) Los Quichuas••• , 23s. (lO) Bol. Of. 26 (1971) 246·250; Arch. Procura, C-A. -131-
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