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El prefecto monseñor Langarica tomó a pechos, en 1974, la , ¡·eación de un centro de formación de líderes y catequistas. Ya para entonces se venían organizando cursos de formación con es- 1;_¡ finalidad. En 1971 hubo tres, con siete días de duración cada 11110; en agosto de 1974 se organizó el cuarto, integrado por vein– lc jóvenes indígenas. Siguieron otros cursos en años sucesivos. De momento no se ha querido hacer diferencia entre líderes y cate– quistas. No se trata solamente de darles instrucción, sino prin– ' i¡:>almentc de examinar con ellos la situación religiosa y social de la población y de hacerles tomar conciencia del papel que corres– ponde a un cristiano comprometido a fondo en favor de su pue– blo. Los cur:;os son muy útiles también para los misioneros, por ,:se mayor ~cntido de la realida·cl que aportan los líde res. Uno de los animadores, colaborador activo de la prefectura, fue a Roma– :;¡ expensas tlc la Congregación para la Evangelización de los Pue– blos para un congreso internacional de catequesis (8). En marzo de 1975 la asamblea general hizo un balance de los logros en la planificación de la labor pastoral, preparado con una encuesta minuciosa. Siguieron reuniones zonales en cuatro gru– pos: el de Coca, el de Pompeya, el de Nuevo Rocafuerte y el de Eno-San Pedro de los Cofanes. Dos años más tarde, en la asam– blea celebrada en marzo de 1977 bajo la presidencia del provin– cial padre Juan Miguel Mcndía, se revisaba la distribución de la actividad pastoral por zonas. Se comprobó, en efecto, que hacía falta tener un padre exclusivamente dedicado a la parroquia de Coca, dado el crecimiento de esta población en los últimos años. La fraternidad de Pompeya se comprometía a atender en adelan– te la zona quichua hasta entonces asignada a la de Coca. Insis– tiendo sobre la formación de seglares comprometidos, se decla– raba actividad pastoral p1ioritaria la de los cursillos oganizados con esa finalidad, tanto a nivel del río como a nivel de la carrete– ra (9). Era claro que los resortes aptos para (bspertar la sensibili– dad religiosa y avivar la fe entre los habitantes c!e la zona de co– lonización eran muy diversos de los empleados en el cultivo pas- (8) OPI, n' 97 (1975) 116. (9) Bol. Of. 32 (1977) 116. -121-
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