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medio centenar de jíbaros, apreciados por su belicosidad, y otros indios cristianos. Al llegar al país de los encabellados, en la de– sembocadura del Aguarico, los naturales dieron muerte y deca– pitaron a cuatro jíbaros de la escolta. El padre Santa Cruz em– pleó cuarenta y tres días en remontar la corriente hasta Puerto Napo. Por Archidona y Baeza regresó a Quito, donde se le dispen– só gran recibimiento. Poco después volvió a salir con tres jesui– tas e idéntica escolta siguiendo recorrido inverso. Desde Puerto Napo hasta el Amazonas empleó, río abajo, sólo ocho días. Por aquellos años los jesuítas estaban empeñados en hallar otra vía de entrada, más fácil, entre la sierra y las misiones orien– tales. En 1664 el padre Lucas de la Cueva exploró la navegación por el Curaray, mucho más al oriente. Escoltado por una arma– dilla de más de cien indios, subió por el Amazonas desde Gualla– ga; en dos semanas llegó a la desembocadura del Curaray, que fue remontando con toda la flotilla de 'Canoas. El primer día to– pó con un poblado de avishiras; éstos, tras una intentona de re– sistencia, huyeron; pero el grupo expedicionario logró apoderar– se del cacique llamado Yaguara. Lo dejaron en libertad después de haber pactado paz con él. Navegando tres días llegaron a la tribu llamada de los Iroinci, con la que asimismo se hicieron las paces. Remontaron el Cura– ray en el curso superior, tomando contacto con el grupo avishira del cacique Quiricuare y, más arriba, con los indios záparos, que huyeron dejando en manos de la expedición ocho muchachos; se los retuvo para hacer de ellos futuros intérpretes. Hubo que lu– char con los semigayes, que ofrecieron resistencia. Al cabo de cincuenta días de exploración por el Curaray, lle– garon a la desembocadura del río Nushiño. El padre Cuevas se detuvo a visitar a dos Jesuítas que trabajaban en la región de los oas. Prosiguió hacia el territorio de los gayes, pero éstos habían cambiado de lugar. Acompañado del padre Caicedo, misionero de los oas, descendió por el Curaray a principios de 1665. Fueron bien a·cogidos por Quiricuare, en cuyo territorio fundaron el pue– blo de San M)guel de Avishlras, cinco leguas tierra adentro. Dejando la nueva doctrina a cargo de su compañero, volvió el padre .Cuevas a remontar el Curaray y pasó a Archidona. El -10-
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