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9. PASTORAL MISIONERA DE NUEVO SIGNO (1967 - 1979) Mirada en su conjunto la labor de la etapa anteriormente <.lescrita, puede afirmarse sin reservas que la prefectura cumplió lealmente el cometido asumido ante la Iglesia y ante la nación ecuatoriana. Al cabo de trece m1os funcionaban con eficacia todas las obras de infraestructura exigidas por el esquema común de una misión católica, según la concepción del último siglo, concep– L·ión si se quiere ligada a una hipótesis colonial de presencia. La población indígena apreciaba el esfuerzo de los misione– ros, se sabía liberada, asistida, promocionada, pero siempre pro– tegida y guiada paternalmente. La misión era, sí, el gran poder bienhechor, pero al fin y al cabo un poder ante todo económico. ,:Cuál iba a ser el futuro de esa Iglesia naciente de cara al Evan– gelio? El Concilio Vaticano 11, con los nuevos planteamientos pas– torales para la "Iglesia de los pobres", había hecho una llamada significativa a los heraldos del Evangelio para que, marchando por los caminos de una verdadera encarnación, se propusiera co– rno modelo a Cristo, hecho pobre por nosotros, venido no para ':cr s<"nrido, sino para servir... (LG, 3); y les ·había propuesto co– mo la mejor metodología misionera "sentirse miembros del gru– po humano en el que viven, tomar parte en su vida cultural y so– cial, familiarizarse con sus tradiciones nacionales y religiosas, descubrir con gozo y respeto las semillas de la Palabra que en ellas se contienen, estar atentos a la profunda transformación que :.;e realiza entre las gentes..." (LG, 11). Nada de proponer, pues, al indígena un modelo de cultura y de religiosidad importado, sino hacer brotar del contexto socio– cultural cristianizándolo, la comunidad eclesial autóctona. Ya vi– mos de qué manera supieron descubrir los "signos de los tiem- - 113-

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