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2. REMOLINO CHICO Hace muchos años, en los tiempos del caucho, las grandes lanchas subían aguas arriba por el Aguarico . Una de ellas, nadie sabe por qué, comenzó a resquebrajarse, hundiéndose poco a poco. Nadie se salvó: hombres y embarcación se los tragó un gran remo– lino. Tangoy, el viejo, había salido con su hijo hacia Remolino Chico para conseguirse unos pescados. Se hizo de noche, y cansados se sentaron a fumar . Hacia el fondo del río se escuchó de pronto el ruido lento y pesado de un motor. -Está subiendo una lancha -dijo el muchacho . -¿Dónde? -Ahí. Una sombra negra y alargada surcaba misteriosamente . Den– tro de ella se oían golpes y hachazos . Rajaban leña y la echaban por la borda. Se veían muchas sombras sobre la cubierta. Pare– cían diablos: bailaban, bebían, gritaban, oían música ... Los dos indios temblaban de miedo . Eran como troncos aga- rrados al suelo. -¡Ya vienen los diablos! -¡Ellos son! Aun miraban, cuando la lancha viró hacia el remolino y co– menzó a desaparecer entre agua que hervía . Los dos indios recogieron sus cosas y corrieron a casa asusta– dísimos; porque -dicen- dentro del remolino hay una gran laguna encantada de donde no se vuelve jamás. 3. CUENTO DE LA MESA DE LA BOA Hace mucho tiempo, en lo que dicen hoy "Mesa de la Boa", había una llanura y un gran agujero en medio del río, de manera que los hombres nunca pasaban por el lugar . Allí vivía una enorme boa, según cuentan. Cierto hombre que pasó por el sitio sin cono– cerlo fue devorado. Igualmente cuando pasaban los hombres del correo fluvial eran devorados . Por eso, cuando se deseaba pasar, se alzaba la canoa del agua y se la llevaba por tierra, con cuidado, no fuera que la boa oyese y se devorase a los hombres . Cuando baja el río, si un hombre se acerca silenciosamente por el monte, y atisba desde la orilla, podrá ver a una gran boa que está echada tomando el sol sobre una roca a manera de mesa . Por eso al lugar le llaman hoy "Amaron mesa". Por lo mismo el lugar es hondísimo ... 21