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40. SABELA, SEÑORA DEL INFIERNO Ha mucho tiempo, cuentan que habla una mujer que se estaba bañando en el río Pastaza. Un hombre acertó a pasar por allí y al verla se acercó . Ella le preguntó: -¿De dónde vienes? -Yo soy un pobre -dijo el hombre -Tú has de tener mucho dinero. -sí, si tengo mucho dinero. ¿Por qué me preguntas eso? Déjame ba- ñarme hasta el mediodía. Tú aguarda. Y Sabela hizo llegar al hombre hasta el infierno. -Yo soy Cuchara -dijo Sabela -y si me coges del pie me convertiré en una cuchara grande. El hombre la cogió del pie, y se vio condenado a revolver con la cu– chara una enorme paila en donde hervían los hombres muertos, las lágri– mas y los dolores para dar de comer a los mentirosos y a los ladrones. -¿Tú qué comes? -preguntó Sabela. -Tallos de maíz -contestó el hombre. -¿Y qué clase de pepas? -Pepas blancas. -¿No comes negras? -No. -¿Tampoco comes maíz negro? -No. El hombre entre tanto seguía removiendo el caldo nauseabundo . De vez en cuando Sabela le enviaba al río a refrescarse. En un rincón de la casa del infierno había muchos brujos, muertos hacia tiempo, comiendo madera podrida. -¡Eso es lo que vosotros dabáis a comer en el otro mundo a la gente! Sabela metía en la paila a los hijos que pegan a sus padres, y les metía los brazos hasta el codo. El hombre se quejó del mal trato que recibía: -¡Yo estoy acostumbrado a dormir en un lugar limpio! Sabela airada le contestó. -¡Entra en ese mosquitero! 119

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