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El año 1709 fueron los Icahuates (Encabe!lados) quienes pidie– ron la asistencia de un misionero. "Se les envió un catequista español; lo mataron y se lo comieron". En 1719 y en 1724 el Padre Coronado hizo un intento de acer– camiento con los Payaguas; pero sin resultado. Vivían en este tiempo en la orilla izquierda del Napo, por debajo de la desembocadura del Aguarico. Para el año de 1735 los jesuitas ya habían fundado San Javier de Icahuates, San José de Icahuates y San Bartolomé de Icahuates, entre las desembocaduras de los ríos Aguarico y Curaray. Poco después se fundaba el pueblo de los Santos Angeles de Payaguas. Por estas mismas fechas se fundan San Juan Nepomuceno en el Tiputini y Nombre de Jesús en el Yasuní. En 1737 se funda San Miguel de Siecoya en el Aguarico: en 173 3, San Estanislao de Zaira– za; y en 1740, San Luis Gonzaga de Guasitaya. Ya existía San Pedro de Aguarico. Según estadísticas del tiempo había reunidos alrededor de 3.000 indios. Esta ocupación misionera, perfectamente planeada, fue lleva– da a cabo por los sacerdotes Maroni e lriarte. El año 1768 fueron expulsados los padres jesuitas, dejando en la región del Napo y del Aguarico seis misiones con más de 1.250 perso– nas: Nombre de Jesús de Yasuní, Santísima Trinidad de Capucui, San Miguel de Siecoya, Nombre de María de Guajoya, San Javier de Ica– huates, San Pedro de Payaguas. En cada una de estas residencias ha– bía dos misioneros. Con la expulsión de los padres jesuitas todo cayó en el abandono completo. El año 1862 fueron admitidos de nuevo los miembros de la Compañía de Jesús, y en 1866, a pedido del primer Concilio de Quito, los padres jesuitas aceptaron de nuevo la evangelización y promoción del Oriente; pero aclarat:Jdo que aquellas misiones eran una empresa de la jerarquía ecuatoriana. Después de la muerte de García Moreno, el año 1875, se quitó a los misioneros sus atribuciones civiles, originándose una fuerte ten– sión con las nuevas autoridades, claramente hostiles. 173