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Quien con vestidos de mujer juega, la suerte aleja. También o ztre los 1¿uiclzu,zs c·s t.í mal visto que un hombre juegue con ropas femet~inus. r¿uie11 ,,si ht.Jcc nunca será buen cazador. La olla no dejarás rebosar si quieres engordar. Dedicado a las mujeres clc·scuidt.Jdas. Cuando la olla rebosa se pierde la parte más 1111 tritiF<l dt' los t.Jlimentos. Además el marido quedará castigado a no ca;:,¡r ""'h A quien huesos arroja la caza le huye . Es costumbre c:ntre los c<Zzadores ju11tar los huesos de sus presas después de habérsel<Zs cotnido. Los hu esos siempre deben permanecer unidos para que el <Zlma no se pierd<Z ,¡{ buscar de nuevo su cuerpo. Este refrán está unido a la cren1cia del pueblo Quichua respecto a una doble vida. Quien huesos tras de sí arroja, quedará sola. Se refiere a las mujeres. Arrojar los huesos por la espalda recuerda la costumbre de arrojar la tierra de espaldas sobre la tumba para evitar el mal viento o maleficio del muerto. En este caso el muerto será el esposo. A quien con diablo pelea, poca vida le queda. Nadie puede luchar contra el maleficio. Su suerte está echada. Hay por el contrario cuentos en los que se habla de grandes peleas entre brujos y diablos donde éstos son vencidos por la mayor astucia y fu erza de los primeros, ayudados por sus parientes. En el refrán se habla del hombre normal, sin el poder del soplo, privativo de los brujos bancos. No contarás las estrellas, porque Dios te hará contar la arena. Es un refrán moderno. Evitando siempre los conceptos filosófi– cos nues tros, el refrán está dirigido al hombre tonto que pierde el tiempo en imposibles, o es un soñador. La vida de la selva obliga a ser eminentemente práctico. 159

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