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Preparada la fosa, se suelen colocar tablas de chonta un tanto elevadas del piso de la tumba para l!Ue el féretro quede al aire , y se acomoda dentro el cadáver con la mirada al sol naciente. Este es el momento en que el aire se llena de llantos y canciones dolientes. Mientras las mujeres lloran, los hombres hacen pasar a los ni1i os por encima de la tumba para evitar que el mal aire del11111cr1o pueda en– fermados. Se cubre el féretro con otras tablas de cll<lnta y luego de arrojar tierra por encima de la cabeza vueltos de espaldas se echa defmitivamente tierra con palas, manos y palos. La casa se abandona por una temporada; pero al quinto día se suelen reunir los parientes para espantar el difunto. Rompen los tron– cos que habían colocado a la entrada y persiguen al difunto por toda la casa, luego corren a bañarse al río para que el espíritu al seguirlos se ahogue en las profundidades. A continuación se barre la casa con ortigas, prenden el fogón y se dedican a tomar chicha. Al atardecer de este día la viuda suele bajar a bañarse al río , puri– ficándose con la yerba llamada pichana o limpiadora. Al final se sien– ta sobre la mata de yerba en señal de recuperación tras la gran pena. Existe la costumbre de llevar algunas ofrendas al muerto: yuca, chicha, plátanos, etc. Cuando la chicha se corta, el muerto no la ha probado ; si fermenta, es señal de que bebe. Poco a poco la tumba se olvida. Entre los Quichuas no hay tiempo establecido de duelo. 156

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