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El río Napo está salpicado de islas o mejanas, que son producto de la continua erosión de las aguas. Estas depositan la arena en gran– des bancales, que van recibiendo a continuación las materias flotantes de deshecho, y a lo largo de los años se llenan de vegetación . Desde Coca hasta Nuevo Rocafuerte hay alrededor de ·1.20 islas, de muy distinto tamaño, y en ellas los ribereños plantan yuca, pláta– nos, maní, o maíz, por estar ahí más libres del asalto de los roedores. Estas pequeñas islas se mantienen a veces muchos años, y luego desa– parecen en unos meses comidas por las aguas. La apariencia del Napa, como hemos dicho más arriba, es, a par– tir de Puerto Francisco de Orellana, la de un río tranquilo una vez llegado a la llanura aluvial. La verdad es que siempre es un río respe– table, y peligroso si no se toman las oportunas precauciones. Crece con las lluvias de los Andes, aumentando su caudal hasta tres metros en ocho horas cuando las crecientes son súbitas. Luego decrece con la misma rapidez . Es navegable siempre y hasta sus mismas cabeceras para embarcaciones de poco calado, aunque el lecho pedregoso de sus primeros kilómetros entraña muchos peligros para la navegación a motor. Como la mayor parte de los ríos amazónicos, durante las crecientes se llena de espumas, maleza y grandes palizadas, arrastran– do incluso árboles gigantescos. Donde el Napa tiene lecho de piedra, los remolinos y turbonadas son frecuentes, y en determinados lugares muy peligrosos. A partir de la confluencia del Payamino los remolinos son más escasos y casi siempre producidos por salientes de tierra gredosa o cambios de lugar de la arena 4ue forma inmensas playas en medio del cauce. Más cui– dado se ddw tener con los troncos que permanecen clavados en un lugar fijo, así <"<>111<> con los cambios continuos de cauce, efecto del lecho arcn<>S<L l.la111a la atención la forma de navegar en un río tan caudaloso y anch<>, 'asi siempre en zigzag y salvando bajos y playas. En un mismo tr;lln• '· b distancia puede duplicarse según sea verano o invierno, ya t¡ue <'11 las crecidas se puede navegar en línea recta, acortando muchísillh>s kil úme tros, lo que no impide que el consumo de combustible sea a Vt'L't's superior a lo normal a causa de la fortí– sima corriente. 15

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