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"Nivel de morbilidad y mortalidad. El Ecuador da en las estadísticas naci9nales e internacionales una tasa de mortalidad alta. Dentro del Ecuador existe un consenso gene– ralizado sobre las situaciones precarias del Oriente en todas las esferas, también en la de la salud. Las condiciones de higiene, nutrición, asis– tencia sanitaria están en pañales; la tasa de morbilidad y mortalidad necesariamente tiene que ser muy alta. Y esta opinión no solamente está extendida entre el gran público, sino que de ella participan secto– res importantes de profesionales de la salud. Una vez más el oriente ecuatoriano es, aún en nuestros días, un país desconocido, envuelto en una aureola de misterio y primitividad, lleno de peligros y riesgos, necesitado de redención desde las esferas centrales del país. Esta línea de pensamiento está muy distante de la realidad y dentro del cúmulo de prejuicios que llena nuestra cultura occidental. Ciertamente existen aspectos negativos importantes y los programas de salud deberán tenerlos muy en cuenta. Existen otras realidades muy positivas que deben pesar en la balanza de nuestros juicios. En algunas de las esferas del enfermar humano la tasa de morbili– dad es muy alta. Tal ocurre en el área de las enfermedades parasita– rias intestinales; prácticamente el 100 por ciento de la población se encuentra parasitado. Pero para muchos de los habitantes estas afec– ciones son soportadas en un admirable equüibrio biológico, de forma que les permite llevar un nivel de vida prácticamente normal. Nos hemos preguntado en muchas ocasiones cómo puede expli– carse este equüibrio biológico: existen motivos que ayudan a su mejor comprensión. El nivel nutricional para muchas famüias es bueno; alternan en su dieta productos de sus chacras, la caza y la pesca. El nivel de higiene, muy aceptable, está favorecido por el clima. Los hábitos de vida libre, en íntimo contacto con la naturaleza que, para quienes habitamos en la región, en modo alguno participa de la inhospitalidad y el alto nivel nocivo descrito por una abundante literatura folclorista, poten– cian las defensas del organismo. 140