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lluvias calientes y continuas, el mismo material que sirve de base, el contorno orográfico, la flora típica y los sistemas naturales de drenaje. Unidos todos ellos colaboran para que las materias fértiles no se mantengan, sino que pasen a perderse en los ríos, descompo– niendo así los suelos. En la amazonía la temperatura promedio es de 27 o 28 grados centígrados. Las lluvias sobrepasan los 3.500 y 4.000 mm. anuales, aunque hay una tendencia muy clara a disminuir a consecuencia de las nuevas colonizaciones y las talas irracionales. La humedad pro– medio es de 80 a 90 por ciento durante todo el año. Así pues, el humus fértil se desintegra y es arrastrado; pero parte de él se recupera en los badenes u orillas de relleno en los que al cabo de los años puede sembrarse por cierto tiempo. El resto se pierde en el mar. Los suelos aluviales son de formación reciente. Se los puede utilizar para el cultivo durante tres o cuatro años como máximo, al cabo de los cuales se vuelven estériles. Haciendo una proporción con los mejores suelos para la-agricultura, éstos, en su mejor momen– to, quedarían en un 50 por ciento a nivel inferior. En toda la amazo– nía estos terrenos suponen apenas ellO por ciento de la tierra. Los suelos semilater{ticos son tan ácidos y pobres que con dificultad llegan a producir un par de cosechas sobre la pequeña capa de humus que los recubre, añadiéndole las cenizas resultantes de los trabajos de roza, tumbe y quema. Plantas como el cacao, el plátano, el café o la caña de azúcar, que son propios de terrenos ácidos, acaban también por extinguirse. Uno puede hacerse una idea bastante clara del futuro de estas tierras si considera que la amazonía ha mantenido su facies gracias a los gigantescos árboles que fertilizaban el suelo con sus hojas y con sus propios cuerpos al podrirse. Al talarlos y suplantarlos por árboles frutales o secundarios, este proceso de abono natural decrece. La cantidad de hojas caídas es muy inferior y el suelo se empobrece hasta límites definitivos. Y si al fin estos mismos árboles son erradi– cados para introducir pastos o arbustos, hasta la lluvia recede y con ello nace el desierto, el mayor desierto del futuro. Se calcula que en toda la Amazonía diariamente son talados un millón de árboles. 11

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