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Los trabajos continúan, ya que mientras no se construyan carre– teras muchos de los pozos permanecerán sellados. Hoy se trabaja fe– brilmente para aumentar la producción de 200.000 barriles diarios a los 250.000 y más, ya que tanto el precio bajo del crudo como el estado precario de la economía nacional urgen tomar medidas al respecto. Más cuando la situación se volvió caótica con las torrencia– les lluvias que destruyeron el campo costeño. Para los Quichuas del Napo el petróleo ha supuesto muy poco adelanto económico. Fuera de algunos que se fueron circunstancial– mente a las Compañías Petroleras para sacar algún dinero, el benefi– cio general se ha notado más en la zona del blanco y en las poblacio– nes de nuevo cuño que han ido naciendo de la avalancha incontrolada. Y aún esos beneficios son muy relativos, ínfimos, para el potencial económico que se extrae de la región. Aquí todos estamos conscientes de que el futuro está en la agri– cultura y la ganadería, a nivel de las cuales se trabaja en muy baja proporción comparado con el esfuerzo que se realiza para extraer el crudo del subsuelo. Uno se pregunta: ¿A dónde va el dinero del pe– tróleo? ¿Y cuando se acabe éste, tendremos que comenzar a roturar un desierto? ¿Qué confianza cabe esperar en el futuro de la zona, si ¡desde hace 10 años! los sucesivos gobiernos han sido incapaces de levantar dos puentes vitales que se llevaron los ríos? Turismo. Hace algunos años tan sólo algunos aventureros se atrevían a descender .el río, desde Puerto Napo a Coca. Las molestias eran grandes y no existía ninguna infraestructura para la atención de los que llegasen. El deseo de conocer y disfrutar de la selva era paliado por las dificultades y molestias desproporcionadas. Con la motorización de canoas se ganó en rapidez y en comodi– dades; pero el momento del turismo comienza propiamente con la llegada de la carretera a Puerto Francisco de Orellana (Coca) y con la apertura de la pista pavimentada para aviones de gran capacidad. 101