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cen a 926, lo cual supone un descenso de: 94, el cual es casi proporcionado al número de personas que han abandonado la zona. También estos datos corresponden bien con el número de niños en edad escolar y el número de escuelas existentes, como veremos más tarde. Los diferentes grupos mantienen una cierta separación ét– nica. Los mestizos son el mayor de ellos, casi todos provenien– tes. de la Sierra y la Costa . Dan el 81.28%. Seguidos de los in– dígenas: Quichuas y Shuaras, llegados del Alto Napa los unos, y de las Provincias de Morona Santiago y Zamora los otros. Dan el 15.64%. Los negros apenas alcanzan entre los encues– tados el 3.06%. Entre los Quíchuas se nota un alejamiento progresivo de la zona de la carretera. En el Auca Yacu (km. 7) hubo unas 40 familias hace dos o tres años. Actualmente se reducen a 20 ya que fueron encuestadas todas. Las razones: malos entendi– mientos entre ellos mismos, pleitos con los mestizos y una cierta tradición de marrullería copiada de los colonos en su lugar de origen, donde desde años, las minorías Quíchuas vie– nen luchando con desventaja. Los Shuaras viven alejados, con una marcada tendencia a unirse a los Quichuas del Napa. Los Cofanes de la zona apenas se reducen a un par de familias que viven en la población de Enokanke. En los centros poblados: Enokanke, San Pedro de los Co– fanes (Jivinokanke), Joya de los Sachas, San Carlos, Cañón de los Monos, aparece un principio de concepto urbanístico, li– mitado a las cercanías de la carretera, con autoridades civiles en algunos casos. 47

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