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No hay agua corriente, sirviéndose de los ríos y quebradas. Llama la atención el frecuente uso de pozos artesianos, lo cual es debido a que mucha gente vive alejada de los lugares con agua. En todos los casos se desconoce la potabilidad de las aguas. Las hojas comunmente usadas en la construcción de las casas son la shapaja o conambo y el pambil -llamado patihua o pona patihua por los nativos-. A veces se emplean también las hojas de la yarina, palma de inferior calidad. Igualmente el lisán o paja toquilla, más durable, pero de trabajosa ela– boración. La caña de huadúa convenientemente abierta se usa para las paredes; y para el suelo, la tabla de chonta, que es la misma palmera, rajada a hachazos y preparada. Los travesaños, cumbreros y tijeras se trabajan en made– ras de tangarana o capirona, e incluso en livianos troncos de balsa, todos eilos amarrados con clavos o bejucos de selva: v. gr. el tanshi, el bami o el challipo. Todas las casas a imitación de los nativqs, se elevan del suelo para evitar la humedad y los animales. Los fogones son rústicos, de tierra y hierros para usarlos con leña. Los menos usan hornillos de kerosene o ,petróleo, y otros muy contados, cocinillas de gas del que se surten en Lago Agrio de manera irregular. Todas las casas usan pequeñas mesas con sillas o ban– quetas, y hay un cuarto cerrado para la familia. No hay luz eléctrica ni servicios higiénicos, a excepción de algunos lugares como el proyecto Shushufindi y algún parti– cular o los aserraderos, y apenas existen armarios. Se alum– bran con lámparas de kerosene y Petromax. Amontonan su ropa por los rincones y en baúles, dando gran impresión de desaseo. 41

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