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Después, con las primeras cosechas, llegó toda la familia, a excepción de los hijos que estudiaban en colegios y que que– daron bajo la tutela de parientes cercanos. Rápidamente aumentaron las aves de corral y se vivía del plátano, algo de yuca, papayas y algunos productos afuereños, como los frijoles, la quínoa y las habas secas. Esta dieta in– suficiente ha ido mejorando paulatinamente, aunque los colo– nos prefieren seguir consumiendo los productos afuereños. Como proteína animal se consume Ia carne de cerdo y la de gallina, y en algunos centros poblados, carne de res. Pero lo normal es el consumo de arroz, frijoles, fideos y las diver– sas variedades de plátanos. La comida tiene el sabor de la Sierra o la Costa, con sus diversos aliños. Es poco el uso que se da a la yuca, producto que aún siendo de excelente calidad queda relegado a un se– gundo término entre los colonos. Estos, habituados a la pa– pa, prefieren consumirla a pesar de su elevado costo. Las comidas propiamente indfgenas no existen: la chicha con sus diversas variedades, la chucula o plátano maduro co– cido y desmenuzado en agua, las mazamorras y asados de yuca o plátano y otras de indudable poder alimenticio y ex.qui– sito paladar. La nota general es que la alimentación parece deficiente, a base de hidratos de carbono y féculas. Falta carne y pes– cado, abundan las frutas, se usa poco el maíz como alimento humano, y el agua no tiene la garantía de potabilidad. Los indígenas ,parecen haberse habituado a compartir el modo de alimento de sus vecinos, ya que es más fácil conse– guirlo, al no abundar la caza ni la pesca. Además los varones tradicionalmente cazadores, trabajan en las !Compañías. In– cluso la chicha, tan común, llega a faltar en muchas de las casas. 36

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