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insuficientes. En esos momentos, la gente usa pequeñas ca– mionetas de alquiler que se manejan al capricho y cobran con usura abusando de la necesidad de quienes ruegan el servicio. Las volquetas de las Compañías sirven normalmente a los colonos, siendo en general galantes y atentos. Hay también un campo de aviación en Lago Agrio y otro en Coca. Los servicios no son regulares y los efectúan los aviones del Ejército o la Marina y los que son propiedad de Texaco. Todos ellos aceptan pasajeros a ninguno o poco costo. Incluso en ocasiones de mayor penuria por corte de la carre– tera, TAME (Tra·nsportes Aéreos Militares Ecuatorianos) ha enviado sus aviones a Lago Agrio para transportar la gente hasta Quito a un costo simbólico de 90 sucres por persona. En estas particulares ocasiones, el río Napo vuelve a co– brar importancia, y las canoas surcan desde Coca hasta Misha– huallí, para conectar con los autobuses que desde Puerto Napo parten hacia la capital, Quito. El costo por pasajero en canoa es de 130 sucres. Pero la ruta es lenta, peligrosa y mucho más cara, ya que luego el autobús de Misha:huallí a Napo cobra 10 sucres, y de Napo a Quito 80, lo que hace un total de 220 sucres; mientras que la ruta Coca-Quito por la carretera del petróleo se realiza por 90 sucres y en la mitad del tiempo. ALIMENTACION Los ·primeros dos años debieron ser muy difíciles, a de· cir de los colonos. Era imposible conseguir alimentos, y la tie– rra aún no los producía. Se veían en la necesidad de traerlos desde la capital en cantidades suficientes para poder seguir trabajando el campo durante uno o dos meses. Luego, era obligado regresar por un tiempo a la Sierra o la Costa y se– guir gastando lus pocos ahorros en la consecución de alimen– tos. 35

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