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CACERIA Es relativo el aprovechamiento de la fauna silvestre, y en ninguno de los casos se puede decir que los colonos vivan de ella ya que, provenientes de la Sierra y la Costa, en general desconocen la Selva. Con la apertura de quintos, sextos y séptimos respaldos, que suponen el tumbe total de diez o doce kilómetros lineales, el cazador se ve precisado a caminar mucho para encontrar los animales fuera de la tierra con dueño. Por otra parte, la caza ha huído ahuyentada por el ruido de camiones, tractores, aviones y helicópteros. Esta es la razón por la cual han aumentado tanto las aves de corral. especialmente las gallinas. La fauna es la existente en la Amazonía en general; pero con una marcada tendencia a desaparecer, especialmente los félidos que son perseguidos con saña por los estragos que cau– san en las haciendas: el Jaguar, el Ocelote, el Puma Rojo y el Puma Negro en particular. Otros, como el Caimán Negro, o la Anaconda se van relegando a sus propias reservas naturales, como son las lagunas y pantanos. Tanto la caza como la comercialización de las pieles ha sido controlada los últimos años para preservar la fauna y evitar daños irreparables; pero clandestinamente siguen coti– zándose las pieles a buenos precios. Los medios rpara la cacería se reducen a la escopeta, y en algunos de los casos al uso de trampas. Y creemos que la ca– cería en modo alguno representa un medio normal de sub– sistencia en el sector, y que lo será menos en el futuro. 31

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