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particulares, incluso dentro de los que pertenecen a la misma especie, en diverso momento, con lo que viene a dificultarse de modo singular la plantación de los mismos evitándoles así enfermedades, ataques de insectos por debilitamiento e incluso la muerte. Se puede decir en general que la época de lluvias es mala para los cultivos de huerta, siendo el comienzo del verano el mejor momento para la siembra. Además de los problemas antedichos: estación, ciclos agrí– colas, etc., la agricultura está sometida a ciertos insuperables hasta el presente: insectos, gusanos, aves, roedores y otros ani– males que h aicen aún más penosa la vida del labrador. Cite– mos: los gusanos del maíz, las hormigas arrieras que arrasan con los cítricos, los Quihua pishcos y los pericos que devoran los arrozales, las avispas y abejas que estropean la fruta, las arañas que anidan en la guanábana hasta matar el árbol; la roña, ·los hongos y el muérdago; el chancho papalli, la huatusa y la capihuara que destrozan los yucales y los sembríos de maní; en fin, tanta plaga que también lucha por su supervi– vencia y ante la cual no hay nada efectivo porque es la dueña de la selva. Los productos procedentes de la agricultura se encuentran actualmente perdiéndose en el campo. El consumo interior se satura rápidamente, y las dificultades de transporte por falta de puentes abaratan tanto la mercancía que es preferible de– jarla para los animales. Entraban en el mercadeo hacia la capital: el banano, las papayas, y la yuca en menor proporción. Estos productos ad– quirían cierto poder competitivo a pesar de la distancia, por la calidad parlic:11lar y el hecho de ser transportados muchas veces por camiones que llegaban cargados al Oriente y necesa– riamente debían volv.:r vacíos. 27

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