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y en lugar de hacer un trabajo correcto y real, se dedicaban a "saquear" los gallineros de los colonos exigiendo las mejores comidas, a las que no tenían derecho ya que se les pagaban sus viáticos. Constatamos igualmente el desconocimiento de la zona por parte de los empleados: los ríos, las tierras inundables, las zonas de derrumbes y el valor real de las tierras que iban a medir. Valiéndose del derecho primario de todo hombre a po– seer tierras para su alimentación, los colonos en ocasiones ocuparon tierras tomadas anteriormente por militares o fun– cionarios de las Compañías Petroleras .para sus fines exclusi– vos. Estas tierras fueron trabajadas en un principio por sus dueños, y luego abandonadas cuando se dio la sensación de ocupación permanente. Así permanecieron mucho tiempo has– ta que fueron ocupadas por nuevos colonos necesitados de tie– rra. Hace más o menos uri año, tanto el ejército como el IERAC volvieron sobre sus pasos, obligando a los actuales pro– pietarios a que no siguieran trabajando. Se les prometió tasar el valor total y pagárselo en el término de un año. El año ya pasó, y los colonos no han visto a nadie, ni han cobrado nada, de modo que ahora se ven hambreados por falta de alimen– tos. Ello hace pensar en una mala treta, ya que al remontarse las chacras y no .haber cultivos, la tasación actual puede ser mínima. O también pudiera suceder que los colonos obligados por la necesidad tengan que marcharse dejando libres las tierras. Los encuestadores apreciaron el sentido común de aque– llas gentes, dispuestas a recomenzar el trabajo de limpiar las chacras no dündosc por vencidos ante lo que afirman ser una gran injusticia. IZsla versión de los hechos está tomada direc– tamente en la Coopl'rativa Sultana del Oriente, kilómetro 37, Vía Lago Agrio a CoL·a. 23
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