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funciona. Los cooperados desconocen hasta qué punto ellos toman parte en el .futuro del Proyecto, en sus cargas y bene– ficios. Es decir: el Proyecto como plan piloto parece bueno, pero el dinero gastado y la obscuridad de su porvenir a par– tir de la posición ambigua de sus cooperados lo ponen en en– tredicho. Cabe preguntarse: ¿No habría sido posible la crea– ción de varios centros experimentales semejantes con todo el dinero gastado en el Proyecto Shushufindi? La realidad es que gran parte de los encuestados del Pro– yecto Shushufindi se lamentaron de no ver con claridad su lugar en la Cooperativa, y se quejaron igualmente de la inuti– lidad y frecuentes borracheras de los empleados. Ultimamente existían algunas esperanzas de cambio y seriedad con la lle– gada de un nuevo funcionario alemán contratado por el Es– tado para dirigir el Proyecto. La gran mayoría de los colonos no tienen títulos de pro– piedad, ya que ello ha sido imposible debido a la falta de medios y la cooperación de los especialistas. Creemos al res– pecto que es muy bonito darse de revolucionario y científico a nivel universitario y proyectar grandes teorías de toda ín– dole: social, antropológica, económica, etc., pero otra cosa es vivir estas duras realidades en el campo haciendo una ciencia real y solidaria con la crudeza de los desamparados. Y digámoslo alto: conocemos muchas teorías y muchos teóricos en las capitales; pero en los veinte años de selva que llevamos viviendo en este Ecuador entrañable, nunca hemos visto un solo científico o un estudiante universitario que com– partiera gratuitamente con nosotros un solo año de sus cono– cimientos y experiencias. Entre los colonos, muchos viven engañados respecto a la cantidad de tierra cedida por el IERAC, ya que como se pudo comprobar técnicamente, los empleados que hicieron las llh'·· diciones desconocían el uso adecuado del estada! y el teodolilo, 22
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