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denadamente. Se trataba de colonos provenientes en su ma– yoría de la Sierra y la Costa del Ecuador, quienes faltos de tierras en sus respectivas Provincias, veían en el recién abierto Oriente la solución a sus problemas de subsistencia. Al mismo tiempo llegaron también pequeños grupos de nativos Quichuas, en su mayoría de la zona del Alto Napo: Tena, Archidona, Cotundo, etc. Con sus tierras ya escasas y siempre en litigio con los mestizos, y un innato sentido de huida ante Io que suponga problema buscaron amparo en la nueva colonización. Algunos, con sus conocimientos de selva, obrando mañosamente, co– rrieron a ocupar tierras para luego de trabajarlas a medias, vendérselas a incautos colonos, regresando nuevamente a su hogar de origen, donde algún familiar había mantenido la vieja chacra:. Posteriormente se establecieron algunas familias Shua– ras (Jíbaros) provenientes del Sur-Oriente, ocupando las tie– rras colindantes con Ia vertiente del Jivino y el Napo, en la esperanza de trabar un contacto amistoso y próspero con los Quichuas. En esta planicie, irregular todavía, las tierras- secular– mente dejadas a la naturaleza poseen una riqueza vita:l in– conmensurable. Son tierras de fines del Secundario y princi– pios del Terciario con una capa de humus inferior al medio metro en general, pero muy ricas en minerales provenientes de las explosiones volcánicas que inundaron la planicie ale– daña a la Cordillera Andina. El estudio se realizó sobre 326 familias que suponen el 50% del total dd área. De los dat"s obtenidos se deduce que la colonización fue rápida, ocup;i11dosc gran parte de las tierras cercanas a la carretera. Esta pr"grcsión fue cortada hasta el presente, y se 13
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