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·, ; ~ ·, -96- -¡Vive Dios!, señ-or mío, que lo temo mu~o, porque hom· bre tan tremendo y desbaratado como él no lo he visto en mi vida. Siempre que pasaba por esta venta, al instante la l"mprendía con,cuanto había en ella; a unos a palos, a otros a pescozones y a mí y a. mis criados haciéndonos muchas burlas; nos puso mu· chas veces en peligro de ;perdemos; mal hombre era., Aquí refirió Juan de Dios varios lances que con el Barón le habían acaecido; Fray Francisco los exageraba y recrimínaba. El P. Alessano contemplaba la escena un tanto'estupefacto. Aunque el ventero no había reconocido al antiguo don Tibur· cío, éste recordaba perfectamente a Juan de Dios, y aprovechó la ocasión que se le presentaba para desagraviarle las antiguas in· jurias. En cuanto el ventero terminó su relación, él fraile se arrojó a s~s pies, diciendo: «Yo soy don Tihurcio de Redin! ¡Holladme y pisoteadme; ·os lo ruego l>> . Hecho una pieza se quedó el buen ventero ante tan inesperada salida. Al ver al fraile a sus pies, él, aturdido, hizo lo propio; se abrazaron cordialmente, y desde entonces fué el mejor panegirista del penitente capuchino. Llegaron a Sevilla. Como es de supon!"r, ni Fray Francisco deseaba exhibirse ni el Guardián juzgó prudente que lo contem· piasen los sevillanos hasta que se presentara ocasión oportuna. Esta s.e presentó como anillo al dedo, con motivo de una proce· sión que tuvo lugar en Sevilla por aquellos dias (1). Salió Fr. Fnancisco en dicha procesión llevando una cruz, se· guido de la comunidad capuchina y edificando con su humílde por- • te a cuantos lo habían conocido altivo y camorrista. Pero acertó a pasar la procesión por un lugar en que él había dado muerte a un hombre en un duelo, y fué tal el disgusto y pesar que este recuerdo le produjo que estuvo a punto de caen des– mayado, por lo que dejando a otro que llevara la cruz, hubo de salirse de la procesión y retirarse al convento. La correspondencia entre él y el Monanca seguía siendo con· tiima. Extrañóse el primer ministro de que las cartas que el lego (1) El Marqués. del Amparo y Puyo! sostienen que dicha procesión fué la del Corpus. Tal opinión es inadmisible, pues este hecho tuvo lugar eÍI loa últimos meses de 1644 o principios del año siguiente (ya que ·Fray Francisco partió a Misiones el 20 de enero de 16~), y bien sabido es que la festividad .del CorpUl! nunca puede caer en esas fechas. :

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