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[:<' ¡ ¡. ( _ ' i ' ¡ ; , ··.· :: (. -94- que formaba parte nuestro F:nay Francisco. Iba como Prefecto el. P. Buenaventura de Alessano. Y como urgía el tratar en la Corte negocios de importancia para la Misión, hacia allí se encaminaron lego y Prefecto. Fuerte en extremo debió de ser la impresión experimentada por Fray Francisco a su llegada a la capital de las Espáñas. No había estádo en ella desde el accidente de la Puerta del Sol, hacía ya más de siete años. Co~o reguero .de pólvora corrió la noticia de su llegada, en especial entre las muchas amistades con que con– taba en los asiduos al Palacio Real. Por eso, el día en que se .anunció que los misioneros iban a ser recibidos por el Monarca, fué grande la afluencia de gentes afanosas de presenciar la escena. P.or todos los lugares por donde aquéllos tenían que pasar se apretujaban hileras de curiosos. En el Salón del Trono bullían los cortesanos, y de entre la lu· josa vistosidad de.los trajes de los allí reunidos destacaba la roja cruz bordada sobre la blanca vestidura de los Caballeros de San· tiago. Al poco rato, el vibrante son de las trompetas anunciaba la llegada del Rey. Este, .seguido de lucida escolta, avanzaba majestuosamente, sa· ludando con un ligero movimiento de cabeza a la muchedumbre, que le aclamaba a lo largo de la ruta. Llegado que hubo bajo el regio dosel levantado en el salón del Trono, sentóse allí para ·dar comienzo a la audiencia. · Acto seguido le fueron presentados los misioneros. . Prime:namente, en su calidad de Prefecto, el P. Alessano, quien besó la mano del Monarca. Acto seguido hizo lo propio Fray Francisco. Felipe IV, que por esa' paradoja desgraciadamente asaz frecuen– te, pese a sus vicios, conservaba el fondo religioso, al ver ante sí : al antiguo Maestre de Campo, a quien tantas veces había protegido en sus calavéradas, no pudo contener su emoción y abriendo los b:nazos estrechó fueriemente contra sí a aqu.el fraile, su admirado revoltoso de antaño. -¿Cómo habéis podido abandonar el ejército, en que tantas glorias conseguisteis? ¿Es que España y tu Rey no tenían derecho a esperar de vos aún mayores servicios? ·" -Señor-respondió el lego con .serenidad-. Yo soy siempre el humilde servidor de Su Majestad.. . Si he abandonado vuestro servicio fué para poder entrar al servicio del Rey de los Reyes, que en su misericordia infinita me ha alistado bajo la bandera de

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