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CAPITULO XVI PEREGRINANDO Las Misiones del Congo.-Es elegiái'J Frar Francisco para marchar a Misiones.-Se entrevista con Felipe /V.-Cariño con que le irata el Monarca.-Gracioso suceso que le acaeció en una venta.-,En la capital de Andalucía.-Todos quieren contemplar al antiguo don Tiburcio y vese forzado el guardián a ·poner límite a la curiosidad de los sevillanos.-Una carta famosa.-De cómo un mercader judío es~uvo a punto de ser arrojado por Fr. Francisco al Guadalquivir. Más de medio siglo hacía, desde que en 1491, unos misioneros franciscanos, habían comenzado la predicación de la Buena Nueva en las regiones costeras de Africa. Pero las enormes dificultades con que tropezaron y la falta de comprensión ·del Gobierno portugués, a cuya nación pertenecían los misioneros, les hubieron de obligar a abandonar aquel terreno. Sin embargo, no resultaron baldíos los sudores y sacrificios de aquellos primeros evangelizadores. · La Buena Nueva había penetrado en muchos núcleos de po· blación, y, lo que era más ejemplar, el mismo reyezuelo de aque– llas gentes, con gran parte de sus cortesanos, había recibido el Sacramento del Bautismo. Al contemplar cómo muchos de sus súbditos seguían entre· gados a los cultos idolátricos, dicho Jefe, llamado Alvaro, envió una misiva al Sumo Pontífice, en la que solicitaba se le enviase un abundante número de misioneros. Esto lo escribía en 1639_ No obstante; debido a las dificultades de orden internacional que la gueNa de los Treinta Años había suscitado, el Papa Urbano VIII, a pesar de sus ardientes deseos, se vió imposibilitado de atender a la petición que con .. tanto encarecimiento le hacía el fervoroso neófito. Por fin, cinco años después, en 1644, tras la fracasada expe· dición de 1642 se pudo organizar la expedición misionera de la ·'':t
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