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-83- mo de apartan a los Padres navarr05 de los cargos desde los que podrían favor.ecer los proyectos de autonomía. La Diputación del Reino de Navarra tomó también cartas en el asunto y fué el amparo de los capuchinos navarros y su defen– sora principal en las gestiones que se llevaron a cabo para la sepa– ración de la Provincia Seráfica. A principios de 1640, el General de la Orden Capuchina, Padre Juan de MoncaUeri, elegido en 1637, arribó a la península, con obje– to de gi.rar la visita canónica por todQs los conventos de la Orden en España. A poco de su llegada a Madrid se presentaron ante ét, debe– gados por la Diputación de Navarra, los señores Baroneses de Ez– peleta y Beorlegui y le entregaron un memorial en que se solicitaba la separación entre navarros y aragoneses. El Padre General les contestó muy cuerdamente, diciendo que de· momento le era imposible tomar determinación alguna, pues tenía que consultar el caso y que ya les daría respue8ta más adelante. Siguió Moncalieri girando su visita por la península y el 13 de julio de 1640 llegó a Zaragoza, y nuevamente renovaron la' petición hecha en Madrid dos nuevos delegados del Reino, los licenciados don Luis de Mur, médico consultor de la Diputación y de las ·Cortes, y don Jerónimo de Cahanillas. Moncalieri los recibió muy amable, pero sin darles contesta– ción definitiva. Continuando su recorrido pasó el P. General por Alcañiz (1), donde recibió nuevos informes sobre el asunto de la separación, desfavorables al parecer para los navarros, y en especial para Fr. Francisco, pues decían de él los aragoneses que pretendía «con celo" la separación de Navarra. En especial aducían contra él cierta carta que decían ser suya, dirigida al Guardián del con– .vento de Fuenterrabía (navarro también), en la cual carta pro– . pugnaba por la separación. Moncalieri, en vista de esto, mandó llamar a Fr. Francisco .a su presencia. Este, que después de terminado en 1638 su novi– ciado en Tarazona, había sido destinado al servicio de los con– ventos de Tudela y Peralta, se encontraba entonces de paso en Alcorisa (Teruel), acompañando al P. Jacinto de Cascante, Guar– dián del convento de Tudela, quien tenía a su cargo aquel año (1640) la predicación de una tanda de sermones en Alcorisa. (1) En dicha población existía un convento· de capuchinos, hoy des– aparecido.

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