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-~ CAPITULO VIII LA CAMPAÑA DE FRANCIA Richelieu.-L~s navarros, en armas.-Siempr.e genero-3os.--Opera– ciones müitares.-Hace don Tiburcio la descubierta,..,..;.Toma de Urruña.--Confejo de Guerra.-Dimisión del Virrey. e Ocupaba a la sazón el trono de Francia Luis XIII, monarca de carácter débil y de escrus¡¡s dotes de gobierno, que había. deja· do las riendas del gobierno en manos del Cardenal Richelieu. N;uúdo éste en París en 1585, Armando de Plessis (tal era su nombre), fué nombrado en 1616 secretario del Estado y más tarde · Cardenal, entró a gobernar en 1624 y no tardó en imponerse por la perspicacia de su genio e indomable fuerza de voluntad. Lleno de animadversión contra la Casa de Austria, debido al predominio de que ésta en sus dos ramas (austríaca y española) gozaba en Europa, forro~ el proyecto dQ abatirla. Comenzó por impedin que Austria y España tuvieran contacto en Italia, para lo cual siguió la politica de Enrique IV de ayudar a los inquietos príncipes ita· lianos en su lucha contra nuestra Patria. En 1635 hizo 1~ declara~ión de guerra a España. En la CoPte de Versalles, durante todo el reinado de Luis XIII, la animosidad contra España, debido a la peligrosa vecindad de Flandes, fué constante y .llegó a extremos agresivos en cuanto, encargado del Poder Richelieu, comenzó a desarrollar su zigza– gueante política. Navarra, como en otras ocasiones (anteriores y posteriores) •en que se ha puesto en juego la defensa ·de la Religión y de la Pa– tria, se puso en bloque sobre las armas. Se hizo una lista general de los hombres q~e existían entre los dieciocho y los sesenta años. Resultó haber 25.099. De ellos, se alistaron vohintarios para l¡¡ guerra 15.634, sin contar los caba-
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